debe llevar un bonito nombre,
yo suelo ponerle el de la mujer
que me cuidó.
Sientes que la vida es diferente,
y su mirada es tan ardiente,
como la leña en el fuego,
la sal en las heridas,
cuatro filas bien seguidas,
a nuestra boda en el sol.
Y ya no se,
si por naturaleza,
o por todo lo que mi madre ha luchado por mi,
que ya no hay pájaro en mi cabeza,
ni castillos ni princesas,
ni aquella alergia a la fresa,
ni recuerdos para ti.
Y desde mi ventana
son más bonitas las noches.
Tú eres mi cenicienta
y todas las estrellas son de colores.
Y desde mi ventana
añoran los cantaores
desde aquella tarde en que murió el arte con Lola Flores
Siempre una bonita canción,
debe tener un bonito final.
Puede ser alegre o tan triste que,
nos haga llorar.
Como, llora ese ángel en la trena,
que está cumpliendo condena,
por aplaudir cuando baila,
el viento debajo de tu falda,
los celos y los amores,
del que a hierro muere y mata.
Y dijo un rey,
que el dinero no da la felicidad,
y yo digo que es una sensación tan parecida,
que por mucho que lo intento,
haga sol o sople el viento,
esté llorando o esté contento,
no logro diferenciar.
Que desde mi ventana
son más bonitas las noches.
Tú eres mi cenicienta
y todas las estrellas son de colores.
Y desde mi ventana,
añoran los cantaores,
desde aquella triste tarde en que murió el arte con Lola Flores.
Y dicen y dicen por ahí,
Ay que el amor no se compra,
que las rosas son rojas,
y que tu cuerpo es pa' mi.
Y desde mi ventana,
son más bonitas las noches.
Tú eres mi cenicienta
y todas las estrellas son de colores.
Y desde mi ventana,
añoran los cantaores,
desde aquella noche en que murió el arte con Lola Flores.
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